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Inside Nairy Baghramian’s sculptural playground

La artista huyó de Irán a Berlín en busca de libertad. Explica por qué su obra es una celebración de "una vida sin ataduras".

Por Kristina Foster. Fotografía de Daniel Feistenauer.

La modesta estructura, similar a una pantalla, que se erigió en el aparcamiento de Skulptur Projekte Münster, en el oeste de Alemania, en 2007, dio a conocer el nombre de Nairy Baghramian. Con su aspecto similar al de un andamio, fácilmente podría haber pasado desapercibida. Quienes se detuvieron a mirarla se encontraron con una intervención minimalista que ocultaba la vista y dividía el aparcamiento en dos espacios, haciendo una sutil declaración sobre las fronteras y la segregación. 

Su exposición en Bruselas, titulada nameless, también explora la fugacidad. En ella se mostrarán dibujos y maquetas recientes que ofrecen una visión de lo que Dirk Snauwaert, director de Wiels, describe como su "práctica automática de garabatear", que relaciona con la tradición surrealista del dibujo automático. Baghramian también ha coleccionado antiguos letreros de neón que serán fundidos y refundidos por artesanos en formas abstractas y curvilíneas, vaciados de su antiguo significado como letreros publicitarios. 

Pero, como siempre, la exposición tiene un trasfondo conmovedor. Trata "sobre cómo la escultura tiene el potencial, en tiempos difíciles, de recrearse y remodelarse a sí misma", afirma. "Algo positivo siempre implica un colapso y una recreación, para crear algo que siempre se construye sobre sí mismo, empujando cosas hacia fuera, construyendo de nuevo, ensamblando cosas de nuevo". 

+ sobre Nairy Baghramian

+ leer el artículo completo en Financial Times