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Anri Sala en su estudio en Berlín. Foto de Ériver Hijano para Paris+ par Art Basel

Anri Sala en su estudio en Berlín. Foto de Ériver Hijano para Paris+ par Art Basel

Con motivo de la tercera exposición individual de Anri Sala en kurimanzutto, Ciudad de México, revisitamos su relación con México y las colaboraciones con la galería a lo largo de las últimas dos décadas. Sala explora cómo distintas temporalidades convergen y se entrelazan a través del video, la instalación, la fotografía y la pintura. Su trabajo hace evidente un tiempo que, al mezclarse y repetirse, parece desdoblarse en sí mismo, haciendo que el sonido, el espacio y la imagen se reconfiguren de manera constante. Cada proyecto se convierte en un umbral donde la experiencia se condensa en un solo pulso de percepción: un presente cargado con los residuos del pasado y la expectativa del futuro. En conjunto, la práctica de Sala traza la evolución de un enfoque que entiende el tiempo como una sustancia maleable, revelando una investigación que no solo busca hacerlo visible, sino también audible. 

No Barragán No Cry

Vista desde la terraza de la Casa Estudio Luis Barragán, Ciudad de México, 1960. Foto de Armando Salas Portugal. Imagen © Fundación Barragán

Vista desde la terraza de la Casa Estudio Luis Barragán, Ciudad de México, 1960. Foto de Armando Salas Portugal. Imagen © Fundación Barragán

Como parte de the air is blue, una exposición colectiva curada por Hans Ulrich Obrist en la Casa Luis Barragán, el artista albanés presentó No Barragán No Cry durante su primera visita a la Ciudad de México en 2002. Los artistas fueron invitados a relacionarse con la casa del arquitecto a lo largo de un año de investigación. Sala comenzó con una fotografía que encontró en el archivo digital de Barragán: un caballo blanco de madera, detenido a medio galope sobre un pedestal en la terraza. Cuando finalmente visitó la casa, el caballo ya no estaba —había sido retirado durante la restauración y nunca fue devuelto. Esa ausencia se convirtió en el punto de partida para sus fotografías de un caballo blanco real, equilibrado sobre un pedestal metálico circular, construido a la medida y colocado en lo alto de un rascacielos en Guadalajara, la ciudad natal de Barragán.

Fuera del Carrusel, 2002, impresión cromogénica, 82.5 x 102.5 cm

Fuera del Carrusel, 2002, impresión cromogénica, 82.5 x 102.5 cm

De la sesión fotográfica también surgió Fuera del Carrusel (Off the Carousel), y en ella participaron el cuidador del caballo y cuatro asistentes que lo levantaban cuidadosamente sobre el pedestal por apenas unos segundos antes de dejarlo bajar de nuevo. En estas inusuales escenas, el caballo aparece sereno y distante —ya no heroico, sino ligeramente encorvado—, su silueta tranquila recortada contra el amplio horizonte urbano. Estas primeras obras marcaron el inicio de un diálogo sostenido con México, una relación que retomaría casi una década después con su primera exposición individual en kurimanzutto.

Le Clash

Vista de instalación, Anri Sala, kurimanzutto, Ciudad de México, 2011

Vista de instalación, Anri Sala, kurimanzutto, Ciudad de México, 2011

En la inauguración de su primera muestra en kurimanzutto en 2011, los visitantes eran recibidos por el sonido de un organillo. Las invitaciones a la exposición consistían en una pequeña tarjeta perforada —una de las treinta y cinco piezas que, juntas, componen la partitura de Should I Stay or Should I Go de The Clash. Al llegar, cada invitado entregaba su tarjeta al artista sonoro Manuel Rocha Iturbide, quien las tocaba en el orden recibido, convirtiendo la llegada de cada persona en parte de una composición temporal colectiva.

Still de Le Clash, 2010, video HD, sonido Dolby Surround 5.1, color, 8 min 31 sec

Still de Le Clash, 2010, video HD, sonido Dolby Surround 5.1, color, 8 min 31 sec

Este gesto participativo hacía eco de Le Clash (2010), una obra proyectada dentro de la galería que había sido estrenada en la 29ª Bienal de São Paulo. Situado en las calles vacías de Burdeos y frente a la abandonada Salle des Fêtes du Grand Parc —donde The Clash tocó un concierto hace más de cuarenta años—, el video sigue a un hombre que hace girar lentamente la manivela de una pequeña caja de música, dejando que la melodía flote a su alrededor. Cerca de allí, otro hombre y una mujer empujan un organillo por las calles, mientras la voz de ella canta el tema suavemente. Sus versiones de Should I Stay or Should I Go nunca se sincronizan del todo: las melodías de este himno punk reverberan en la ciudad vacía, buscándose mutuamente en una armonía que nunca se resuelve.

Extract from Le Clash, 2010, HD video, dolby surround 5.1 sound, colour, 8 min 31 sec

 

Vista de instalación de No Window No Cry (Juan O'Gorman, Biblioteca Central de la UNAM), Ciudad de México, 2011 

Vista de instalación de No Window No Cry (Juan O'Gorman, Biblioteca Central de la UNAM), Ciudad de México, 2011 

No Window No Cry (2011) extendía este diálogo hacia la arquitectura. Instalada tanto en una ventana de la Biblioteca Central de Juan O’Gorman en la UNAM como en una réplica dentro de la galería. La obra presentaba un vidrio deformado y una caja de música manual que los visitantes podían activar, reproduciendo una versión melancólica de Should I Stay or Should I Go sobre la banda sonora del video, donde se escuchaba la misma canción. El desencuentro entre ambas versiones transformaba la disonancia en una reflexión sobre el paso del tiempo, la memoria y la imposibilidad de la sincronía perfecta.

Vista de instalación de No Window No Cry (Juan O'Gorman, Biblioteca Central de la UNAM), 2011, como parte de Anri Sala, kurimanzutto, Ciudad de México, 2011

Vista de instalación de No Window No Cry (Juan O'Gorman, Biblioteca Central de la UNAM), 2011, como parte de Anri Sala, kurimanzutto, Ciudad de México, 2011

Tlatelolco Clash

Still de Tlatelolco Clash, 2011, proyección en video HD, Dolby Digital 5.1, 11 min 49 sec

Still de Tlatelolco Clash, 2011, proyección en video HD, Dolby Digital 5.1, 11 min 49 sec

Still de Tlatelolco Clash, 2011, proyección en video HD, Dolby Digital 5.1, 11 min 49 sec

Still de Tlatelolco Clash, 2011, proyección en video HD, Dolby Digital 5.1, 11 min 49 sec

Ese mismo año, ampliando la exploración musical y espacial de su exposición en kurimanzutto, Sala filmó Tlatelolco Clash (2011) en la Plaza de las Tres Culturas. El sitio —donde confluyen ruinas mexicas, una iglesia colonial y el complejo habitacional modernista de Mario Pani— fue también el escenario de la matanza de 1968, cuando el ejército mexicano, bajo las órdenes del presidente Gustavo Díaz Ordaz, abrió fuego contra cientos de estudiantes. En el video, vemos a varias personas que se acercan durante el transcurso del día a un organillo colocado entre las ruinas; cada uno introduce una hoja perforada con una sección de la partitura de Should I Stay or Should I Go y hace girar la manivela, generando un breve fragmento de la melodía. Las perforaciones rectangulares de las hojas recuerdan a las ventanas de los edificios circundantes y, solo al final del día —y del filme—, se escucha una versión editada de la canción completa, transformando los fragmentos dispersos en una sola composición.

Excerpt from Tlatelolco Clash, 2011, HD video projection, Dolby Digital 5.1, 11 min 49 sec

Ravel Ravel 

Vistas de instalación de Tlatelolco Clash, 2011, y Le Clash, 2010, como parte de Anri Sala, Museo Tamayo, Ciudad de México, 2017

Vistas de instalación de Tlatelolco Clash, 2011, y Le Clash, 2010, como parte de Anri Sala, Museo Tamayo, Ciudad de México, 2017

Tlatelolco Clash (2011) formó parte de la primera exposición individual de Sala en un museo mexicano, presentada en el Museo Tamayo en 2017 y enfocada en la música como forma de comunicación que trasciende los límites del lenguaje. Algunos estudios científicos sugieren que el cerebro humano procesa las palabras de manera secuencial —recordando las anteriores y anticipando las siguientes— y, por tanto, está sintonizado con el pasado, el presente y el futuro a la vez. La música instrumental, en cambio, se percibe como un todo: su duración se despliega enteramente en el presente y, al escucharla con atención, el tiempo parece suspenderse. Para Sala, esa capacidad de la música de dilatar el tiempo y sumergir al oyente en la inmediatez del presente se volvió el eje de la exposición.

Vista de instalación de Ravel Ravel, 2013, como parte de Anri Sala, Museo Tamayo, Ciudad de México, 2017

Vista de instalación de Ravel Ravel, 2013, como parte de Anri Sala, Museo Tamayo, Ciudad de México, 2017

Vistas de instalación de Bridges in the Doldrums, 2016, como parte de Anri Sala, Museo Tamayo, Ciudad de México, 2017

Vistas de instalación de Bridges in the Doldrums, 2016, como parte de Anri Sala, Museo Tamayo, Ciudad de México, 2017

La muestra reunió varias de sus obras más emblemáticas, como Ravel Ravel (2013), Unravel (2013) y Bridges in the Doldrums (2016), además de Le Clash (2010). En la video instalación Ravel Ravel, dos pianistas tocan versiones ligeramente distintas del Concierto para la mano izquierda de Maurice Ravel. Las interpretaciones se desfasan y reencuentran en un eco temporal que se vuelve el verdadero espacio de la obra. Proyectadas sobre pantallas translúcidas, las imágenes de las manos tocando se superponían cuando eran vistas desde lados opuestos de la sala. El espectador podía intentar percibirlas por separado, pero el sonido permanecía inseparable en el espacio: una síntesis, un punto de encuentro entre ambas proyecciones. A un lado, las tarolas de Bridges in the Doldrums instaladas en el techo y el suelo parecían tocarse solas, con baquetas flotantes golpeando al ritmo de las vibraciones ocultas que generaban un compás suave y sincopado. En conjunto, las obras convertían la exposición en una composición espacial: una partitura desplegada sobre la arquitectura del museo.

Clocked Perspective

G. Ulbricht, Gemäldeuhr, 1825, Colección de la Orangerie, Kassel

G. Ulbricht, Gemäldeuhr, 1825, Colección de la Orangerie, Kassel

Ese mismo año, Sala presentó Clocked Perspective en la plaza elevada del Museo Jumex, continuando su investigación sobre cómo el tiempo se despliega en el espacio. La escultura —una pieza en forma de reloj, exhibida por primera vez en dOCUMENTA(13) en 2012, en Kassel— se inspiró en una pintura poco conocida de 1825 de G. Ulbricht, perteneciente a la colección de la Orangerie de Kassel. En ella, un castillo aparece en perspectiva oblicua, con el punto de fuga hacia la izquierda, mientras que el reloj de su fachada mira de frente al espectador: una paradoja óptica que fascinó a Sala. Corrigiendo la ilusión pictórica en tres dimensiones, Sala concibió un reloj elíptico cuyas manecillas se ajustan a la forma deformada de la esfera, avanzando más rápido o más lento según el espacio irregular entre los números. 

Instalado en el Museo Jumex —en un sitio que antes fuera una zona industrial y hoy está rodeado de torres corporativas—, el reloj podía observarse desde distintos niveles: desde abajo, de frente o desde lo alto. La escultura nos recordaba que el tiempo —como el propio espacio urbano— siempre se experimentan en relación con el lugar desde donde se mira.

Vista de instalación de Anri Sala: Clocked Perspective, Museo Jumex, Ciudad de México, 2017. Foto de Abigail Enzaldo

Vista de instalación de Anri Sala: Clocked Perspective, Museo Jumex, Ciudad de México, 2017. Foto de Abigail Enzaldo

All of a Tremble

Vista de instalación de All of a Tremble, kurimanzutto, Ciudad de México, 2017

Vista de instalación de All of a Tremble, kurimanzutto, Ciudad de México, 2017

De manera paralela a sus presentaciones en el Museo Tamayo y el Museo Jumex, Sala regresó a kurimanzutto con All of a Tremble, una exposición que continuaba su interés por cómo se experimenta el sonido. En la galería, dos instalaciones se miraban entre sí: cada una combinaba un rodillo antiguo para imprimir papel tapiz con un peine de acero hecho a la medida, afinado en tonos específicos. Al girar, los relieves del rodillo rozaban los dientes  metálicos, produciendo vibraciones que transformaban los patrones de este ornamento doméstico en frases musicales.

Vista de instalación de All of a Tremble (Encounter II), 2017, rodillo de imprenta de papel tapiz antiguo modificado, peine de acero, dibujo a lápiz sobre papel tapiz, motor eléctrico y software de control de movimiento personalizado, 350 x 1162 cm, 14 min 23 sec

Vista de instalación de All of a Tremble (Encounter II), 2017, rodillo de imprenta de papel tapiz antiguo modificado, peine de acero, dibujo a lápiz sobre papel tapiz, motor eléctrico y software de control de movimiento personalizado, 350 x 1162 cm, 14 min 23 sec

Detalle de All of a Tremble (Delusion/Devolution), 2017, rodillo de imprenta de papel tapiz antiguo, peine de acero, dibujo a lápiz sobre papel tapiz, motor eléctrico y software de control de movimiento personalizado, 350 x 885 cm, 9 min 38 sec, composición musical

Detalle de All of a Tremble (Delusion/Devolution), 2017, rodillo de imprenta de papel tapiz antiguo, peine de acero, dibujo a lápiz sobre papel tapiz, motor eléctrico y software de control de movimiento personalizado, 350 x 885 cm, 9 min 38 sec, composición musical

Combinando la artesanía tradicional con el diseño mecánico, estos instrumentos híbridos exploraban el umbral donde la imagen se convierte en sonido y el sonido en imagen. Sala los describe como “fondos que pasan al primer plano”: patrones de papel tapiz a los que les da voz. Sus vibraciones convertían la decoración en partitura, entrelazando las historias de la producción industrial, el espacio doméstico y la experimentación acústica.

En un muro, se encontraban dos patrones florales del siglo XIX, generando un diálogo visual y sonoro entre Oriente y Occidente a través de escalas tonales distintas. En el muro opuesto, la imagen pasaba gradualmente de la figuración a la abstracción: personajes y paisajes de Disney —Bambi, Mickey, los siete enanitos y su cabaña en el bosque— se disolvían en líneas equidistantes, cuyos ritmos se desvanecían en sonido espectral, una reflexión sobre cómo las imágenes se desintegran y desvanecen con la repetición.

Surface to Air

Vista de instalación de Anri Sala, kurimanzutto, Ciudad de México, 2025

Vista de instalación de Anri Sala, kurimanzutto, Ciudad de México, 2025

Si All of a Tremble dio voz al papel tapiz, las nuevas obras de Sala vuelcan su atención a las paredes, evocando una genealogía en la historia del arte que va desde los frescos en iglesias y capillas hasta los murales políticos que convierten la arquitectura en vehículo de expresión. Para su tercera muestra individual en kurimanzutto, el artista retoma la tradición del fresco —una de las técnicas pictóricas más antiguas y laboriosas— para seguir explorando cómo el tiempo se inscribe tanto en los materiales como en las imágenes.

A primera vista, este regreso a un medio ancestral podría parecer una desviación de sus exploraciones anteriores sobre el sonido y la reproducción mecánica; sin embargo, esta técnica extiende las mismas preguntas sobre cómo distintas tecnologías configuran nuestra percepción del tiempo. Practicada desde la antigüedad y perfeccionada en el Renacimiento, la técnica del fresco requiere pintar cada sección —una giornata— en un día, antes de que el yeso seque, fusionando el pigmento con la superficie húmeda del muro. Sala retoma este oficio para dar a sus imágenes fotográficas la densidad y permanencia del fresco utilizando soportes portátiles reforzados con paneles de aluminio.

For Spolvero (Surface to Air XXIX (Cipollino/45°18'46"N, 7°16'57"E), 2025, pluma y lápiz sobre papel impreso, 142.5 x 246 cm

For Spolvero (Surface to Air XXIX (Cipollino/45°18'46"N, 7°16'57"E), 2025, pluma y lápiz sobre papel impreso, 142.5 x 246 cm

La exposición reúne tres cuerpos de trabajo. Surface to Air (2023–en curso) traduce sus fotografías de nubes tomadas desde ventanas de avión en frescos que incorporan fragmentos de mármol Cipollino, Radica y Tartaruga, cuyas vetas parecen reflejar las condiciones atmosféricas de cada composición. Tracing Vista (2025) presenta una serie de dibujos perforados —spolveri— utilizados para transferir los diseños al yeso fresco, registros fantasmales del proceso pictórico aquí reimaginados como obras autónomas.

Installation view of Tracing Vista (STA XXIX, Giornate 1-29), 2025, set of 29, ink, graphite powder and intonaco on perforated and printed paper, installed: 500 x 700 cm (196 7/8 x 275 5/8 in)

Installation view of Tracing Vista (STA XXIX, Giornate 1-29), 2025, set of 29, ink, graphite powder and intonaco on perforated and printed paper, installed: 500 x 700 cm (196 7/8 x 275 5/8 in)

Fra Angelico, La burla de Cristo, c. 1440–42, en el convento de San Marco, Florencia

Fra Angelico, La burla de Cristo, c. 1440–42, en el convento de San Marco, Florencia

Otras piezas reinterpretan frescos renacentistas de Fra Angelico, Piero della Francesca y Masaccio, derivando sus paletas por medio de la inversión cromática. Por ejemplo, Cristo Deriso (Fragment 1) (2025) parte de La burla de Cristo (c. 1440–41) de Fra Angelico, en el convento de San Marcos en Florencia. Sala aísla e invierte un fragmento de la escena, aplicando un proceso de inversión de color derivado de la fotografía analógica. El resultado es un encuentro entre el fresco y la fotografía, enmarcado por una pieza de mármol tallado.

Cristo Deriso (Fragment 1), 2025, pintura al fresco, intonaco sobre aerolam, mármol Cipollino Verde, 31.5 x 23 x 4 cm, y la imagen invertida

Cristo Deriso (Fragment 1), 2025, pintura al fresco, intonaco sobre aerolam, mármol Cipollino Verde, 31.5 x 23 x 4 cm, y la imagen invertida

Vista de instalación de Anri Sala, kurimanzutto, Ciudad de México, 2025

Vista de instalación de Anri Sala, kurimanzutto, Ciudad de México, 2025

En el contexto mexicano, los frescos de Sala evocan inevitablemente la tradición muralista, encabezada por artistas como Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. Sin embargo, evitan las declaraciones monumentales; lejos de ser recreaciones históricas, estas obras entrelazan temporalidades aparentemente incompatibles: lo digital y lo antiguo, lo efímero y lo perdurable. Estos frescos convierten la permanencia del medio en una reflexión sobre la pintura entendida como registro del paso del tiempo, de los gestos y de los materiales en transformación.

En la obra de Sala, el tiempo no se detiene; se filtra a través del pigmento y el yeso, del sonido y la imagen. A lo largo de dos décadas de proyectos en diálogo con México, el artista ha vuelto una y otra vez a la pregunta de cómo el tiempo se hace visible, audible y espacial: registrando tanto la persistencia de las imágenes como el continuo despliegue del tiempo dentro de ellas. A través de sus experimentaciones con distintos medios, Sala explora la temporalidad como una materia activa que el arte puede hacer visible, transformando nuestra experiencia del presente.